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Nuestros Rhodesian Ridgebacks

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Historia

El Rhodesian Ridgeback, también llamado "el perro del león", o "el perro de safari", posee una rica historia que se remonta a la prehistoria africana. De color leonado y andar felino, más largo que alto, muy adaptado a la carrera y al clima de Africa, es un perro excepcional por sus aptitudes y por su historia.

Sus orígenes primitivos

Su origen es compartido entre Zimbabwe (ex Rhodesia) y Sudáfrica. La característica fisonómica más sobresaliente y que le da el nombre, es la curiosa cresta dorsal o "ridge". Se trata de una franja de ancho variable que se extiende desde detrás de la cruz hasta la grupa, en donde el pelo crece en sentido contrario al del resto del lomo. Comienza con una parte más ensanchada justo detrás de los omóplatos, en donde el pelo forma dos remolinos simétricos y enfrentados, para seguir afinándose hacia la zona de la grupa. Se dice que tiene forma de puñal, y la función que habría desempeñado en los perros crestados ancestrales sería la de amedrentar a sus oponentes, al darle al perro la apariencia de estar siempre erizado.
Se cree que estos perros eran originarios de Etiopía (en la costa Este de Africa), al igual que los Khoikhois u Hotentotes. Este pueblo comenzó su migración hacia el sur de Africa alrededor del año 500 DC, llevando consigo su ganado y sus valerosos perros crestados, que les servían de aliados en la caza y como protección durante la noche. Algunos perros eran utilizados en la caza del león y otras fieras que, lejos de ser simples trofeos de caza, eran una amenaza constante. La técnica fue siempre la misma: los perros acosaban e inmovilizaban al león, hasta que llegaban los cazadores con sus armas para darle muerte. Así comenzó esta extraordinaria alianza, motivada por la supervivencia en las duras condiciones que, a cada momento, ponen a prueba la capacidad de sobrevivir de sus habitantes.

Los colonos europeos en Africa

Durante la época de la colonización europea del sur de Africa era posible encontrar por toda la región perros crestados de gran diversidad de pelajes, tamaño y conformación, a los cuales se los conocía por diversos nombres: "Lion Dogs'', '"Ridgebacks'', "Boerhounds'', etc. Aún hoy existen muchos perros en esta región acompañando a los indígenas en sus aldeas que, sin pertenecer a ninguna raza en especial, poseen la cresta dorsal.
El principal descendiente de estos perros primigenios es el Rhodesian Ridgeback. Se originó por el cruce de los perros crestados de los indígenas con perros de razas europeas traídos a Africa por los colonizadores. Los holandeses e ingleses que emigraron a Africa del Sur en los siglos XVI y XVII llevaron consigo mastines, terriers, sabuesos, galgos y perros pastores, que esperaban les fueran de diversa utilidad en el continente negro.
Los colonizadores europeos de la época se trasladaban en caravanas de enormes y pesadas carretas tiradas por docenas de bueyes, donde transportaban sus posesiones y su familia a la búsqueda de un lugar donde establecerse. Se los llamaba "voortrekkers", y esta era la única manera de abrirse paso por el terreno africano, sin caminos ni facilidades de ningún tipo. Necesitaban de los perros para cazar su sustento diario y para proteger a sus familias y al convoy de las fieras. Pero estos perros debían estar muy bien adaptados a las rigurosas condiciones de Africa. Debían ser capaces de seguir al convoy por la enorme extensión de la sabana sin importar el calor, soportar la sed y las picaduras de insectos, ser bravos guardianes de la familia de sus amos y, además, ser útiles en la caza del león. En esa época los leones y otros grandes felinos significaban mucho más que un simple trofeo de caza o una piel valiosa; eran por el contrario una amenaza constante para la integridad física de los pobladores y su ganado, y un verdadero peligro para aquellos exploradores que osaran internarse en la selva africana. Requerían, por tanto, y sin demora, de un perro que reuniera las condiciones expuestas y que al mismo tiempo supiera ser muy fiel a sus amos.
Los perros que se habían traído de Europa servían para muchas de estas funciones, pero era obvio que ninguno estaba adaptado a las duras condiciones del continente africano. Entonces se fijaron en el perro crestado de los Khoikhoi, en ese perro feo y deslucido pero que demostraba ser dueño de una sagacidad y coraje ideales para las tareas que debía cumplir. De extremidades finas y largas, con muy buena conformación para la carrera y las largas caminatas, muy ágil y rápido, de pelo corto y denso, resistente a las garrapatas y los insectos inclementes, este perro estaba perfectamente adaptado a las condiciones de vida en Africa. Era capaz de recorrer grandes distancias sin beber agua, soportar varios días sin comer, y, más impresionante aún, era capaz de atacar a un león y sobrevivir al intento. Muchos de los perros de los colonos descendían del cruce natural entre estos perros y los de razas europeas, por lo que decidieron conservarlos y criarlos para mejorar su aspecto pero sin que perdieran sus extraordinarias cualidades. El perro crestado de los Khoikhoi jugó el papel más importante en el desarrollo y las características últimas de la nueva raza, por lo que la gran mayoría de los cachorros nacían con la curiosa cresta dorsal del perro primitivo. Así nació el Rhodesian Ridgeback.
Al principio se los conocía como "Lion Dogs", y rápidamente se convirtieron en un aliado insustituíble para los colonos y cazadores de Africa del Sur. En 1875 el intrépido misionero Rev. Charles Helm introdujo estos perros en Rhodesia, traídos desde la provincia de El Cabo, en Sudáfrica. Este predicador-explorador solía recorrer todos los rincones del sur africano, y su casa de las misiones en Matabeleland era muy conocida por los cazadores y expedicionarios ya que les servía para hacer escala en sus viajes y abastecerce de lo necesario. Un dia llegó Cornelius Van Rooyen, famoso cazador que poseía una hacienda en la frontera con Botswana. Enseguida se interesó por los perros del misionero, y se los pidió prestados para ir de cacería. Quedó tan satisfecho que decidió continuar él mismo con la crianza de la nueva raza. Su objetivo era mejorar aún mas las aptitudes instintivas demostradas por los perros del Reverendo.
Cornelius Van Royen tuvo una importancia capital en el desarrollo del Ridgeback Rhodesiano. Utilizó estos perros para cazar todo tipo de animales y vender sus productos, que era su forma de vida, e incluso para atrapar animales vivos que luego vendía a los zoológicos europeos. Con el tiempo Van Rooyen se hizo muy famoso con sus perros, de tal modo que otros cazadores hacían lo posible por obtenerlos. Así, muchos de los descendientes de los perros de Helm-Van Rooyen llegaron a manos de otros europeos en Rhodesia, quienes continuaron con la cría y contribuyeron a expandir la raza por el Sur africano.

Leyenda

Existe una antigua leyenda entre los nativos de Africa del Sur que explica el origen de la cresta dorsal en los perros. Cuenta la leyenda que en tiempos muy remotos existió una aldea Hotentote que estaba siendo asediada por un temible león. Los habitantes, aterrorizados, no se atrevían siquiera a salir a buscar alimentos, por lo cual los víveres comenzaron a escasear. Cuando la situación se volvió intolerable, decidieron comerse a los perros del pueblo. Una perra preñada, temerosa por la suerte que podrían correr sus cachorros al nacer, decidió escapar del poblado. Aún a riesgo de tener que enfrentarse con el león, salió a buscar un cubil apropiado para el nacimiento de sus cachorros.
Tiempo después, intentó regresar a la aldea seguida de su numerosa prole, pero al llegar uno de sus cachorros fue alcanzado y devorado por los hambrientos pobladores. Desesperada, viendo que ya nada podía hacer para evitar la horrible suerte de sus cachorros, la perra decidió poner en práctica la última alternativa que le quedaba: atacar al león.
Lo encontraron dormitando a la sombra de una gran acacia. Aprovechando la sorpresa inicial, la perra y sus cachorros atacaron al león, acosándolo y mordiéndolo con bravura. Los nativos, alertados por los ladridos y rugidos salvajes que provenían de la zona, tomaron sus armas y acudieron presurosos al lugar.
Lo que vieron los asombró y horrorizó al mismo tiempo: varios cachorros yacían muertos, destripados por las terribles garras, mientras los cachorros más bravos, jadeantes y cubiertos de sangre, aún acorralaban a la fiera. La perra aferraba con toda la fuerza de sus mandíbulas el cuello del león, el cual, en un intento desesperado por escapar, le desgarró todo el lomo con una de sus afiladas garras.
De un lanzazo certero, los nativos remataron a la fiera agonizante. Avergonzados por su cobardía y gratamente asombrados por el coraje y la bravura demostrados por sus perros, llevaron a la noble perra y los cachorros sobrevivientes en presencia del hechicero. Este les rogó a los dioses que sanaran a los bravos animales, y que además le permitieran a la perra transmitir a su futura descendencia la marca que el león había dejado en su lomo como prueba de su enorme coraje.
Desde entonces, todos los descendientes de esta noble perra ostentan en el lomo la marca en forma de puñal que los identifica como los Cazadores del León.
 
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